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jueves, 5 de julio de 2012

El hombre araña: otro rostro tras la máscara Por Marcelo Stiletano
| LA NACION CANCUN.-

Aquello de "un gran poder entraña una gran responsabilidad", que sintetiza en una sola frase la historia entera del Hombre Araña en el cine durante los últimos diez años, se refleja una y mil veces en el rostro de Andrew Garfield cada vez que le toca hablar del mayor desafío de su promisoria carrera: interpretar casi desde el punto inicial de su vida al más atormentado habitante del universo de los superhéroes. Como si esta nueva versión de un relato que todos conocen fuese la definitiva. Ese punto de partida es El sorprendente Hombre Araña , estreno de hoy y primer film de Columbia/Sony que distribuye UIP en la Argentina. Así, al menos, se desprende de la estrategia que Hollywood trajo a este paraíso del Caribe mexicano. Detrás de los poderosos productores Avi Arad -paseándose por los pasillos del lujoso hotel al que fue convocada la prensa internacional con una remera del Hombre Araña y un enorme cigarro- y Matt Tolmach aparece Garfield, el talentoso y ascendente intérprete de El imaginario mundo del Doctor Parnassus y Red social , con su aire de inocencia, timidez y compromiso, ideal a priori para representar en pantalla los profundos conflictos interiores de nuestro héroe. Ante LA NACION, llama la atención en el amabilísimo Garfield una rara imagen de madurez para su edad (cumplirá 29 años el 30 de agosto), combinada con la flexibilidad que luce como un Peter Parker adolescente, que carga con el peso de haber sido testigo de la desaparición de sus padres a los 8 años. El destino (picadura de araña mediante) lo lleva en la secundaria a adquirir, como sabemos, asombrosos poderes que tienen mucho que ver con aquella pérdida aún sin explicaciones. Y mientras empieza a experimentarlos, ese mismo destino acerca al joven Parker a un científico manco y antiguo colaborador de su padre, el doctor Curt Connors (Rhys Ifans), cuyos estudios genéticos lo llevarán obsesivamente a adquirir una nueva personalidad bestial, el Lagarto. Mientras tanto, como indica la propia historia previa del Hombre Araña en la historieta, el muchacho irá descubriendo el amor de la mano de Gwen Stacy (el personaje de la deliciosa Emma Stone) que en la ficción es hija de un capitán de la policía neoyorquina. Y no sólo se enamora de ella desde la pantalla. Lejos de ocultarse, Garfield y Stone mostraron aquí -sonrientes y siempre de la mano- lo bien que se llevan después de conocerse y enamorarse durante la filmación. Con toda la evidencia a la vista, y el trato cordial que ambos entregaron a propios y extraños, nadie se animó a hacerle preguntas a Garfield sobre cuestiones del corazón. Todos quisieron, en cambio, conocer más de la obsesión del actor por un personaje cuyas ropas vistió por primera vez cuando tenía tres años. "Desde ese momento -cuenta, tratando de que el balbuceo inicial se transforme en convencida afirmación- este personaje siempre significó mucho para mí. Y sobre todo me hizo sentir más libre para explorar el mundo y viajar a través de él." -¿Qué clase de poder es el que más te llama la atención en un superhéroe como este? -La posibilidad de volar. Entrar en esa aceleración imposible de imaginar es extraordinario. Desde el más puro instinto y sin perder la condición humana, es posible entrar en otra dimensión. -Debe haber sido complicado para un actor de tus características prepararse para este compromiso. -Todavía tengo cierta vergüenza y la sensación de que no estoy del todo preparado para el papel. Al terminar toda la preparación física, sentí algo parecido a lo que debe haber vivido Peter Parker cuando descubre sus poderes. -Y hacerlo además como un superhéroe que se descubre como tal en plena adolescencia. -Eso es una ventaja, porque es la etapa de la vida más abierta para explorar. Que además se vive con un gran sentimiento de inocencia. Mi único temor era lucir demasiado viejo interpretando a un estudiante secundario. Pero creo que salí bien parado. -¿Cómo te preparaste? -El aspecto físico fue el más exigente. Antes del rodaje estuve durante cuatro meses entrenándome siete horas al día. La mitad se empleó para que mi cuerpo adquiriera un aspecto parecido al que tenía Bruce Lee. La otra, para aprender las técnicas de la lucha cuerpo a cuerpo. Fueron largas sesiones de gimnasia, saltos en trampolín, ensayos de figuras, giros y movimientos. Por suerte me ayudó un excelente equipo de dobles de riesgo. -¿Pudiste hablar con Tobey Maguire, tu antecesor en el papel? -Varias veces. Y siempre fue generoso y bien dispuesto conmigo. Me contagió sus valores y estuvo siempre abierto a mis dudas y preguntas. No puedo opinar sobre su trabajo, porque somos diferentes y aportamos distintas miradas al personaje, pero fui y soy un enorme fan de su trabajo. Tobey, en mi imaginación, es la imagen del Hombre Araña. -¿Cómo describirías la conexión en la pantalla entre tu personaje y el de Emma Stone? -Al principio hay tensión y actitudes defensivas entre ambos, además de respeto mutuo. Y como en toda buena historia de amor aparecen las cosas no dichas, que se sobreentienden y que forjan una química inconsciente que si funciona hace funcionar a la película entera. Entre Gwen y Peter existe ese flash propio del primer amor, de dos personas que se encuentran y descubren que están atraídas en el momento justo. Y ese momento es muy importante en la película, porque ambos son adolescentes. El descubrimiento del primer amor para ellos es lo más importante de todo. -Ese debe haber sido el momento más agradable de toda la producción. ¿Y el más incómodo? -El disfraz. Visto desde afuera parece muy atractivo, pero desde adentro no es nada confortable. Como tiene una sola costura, ponerlo o sacarlo me llevaba unos diez minutos. En una escena de acción, mi personaje termina yaciendo en el piso, y en ese momento tuve algo así como un ataque de pánico. No podía respirar bien hasta que me pudieron sacar el traje. Igual, no me puedo quejar demasiado. Todos los superhéroes tienen sus complicaciones para vestirse. Fíjense en Batman. ¡Ese disfraz pesa una tonelada!

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