VER Y ESCUCHAR RADIO EN VIVO

jueves, 3 de mayo de 2012

El "Rocky" argentino: Sergio "Maravilla" Martínez" (infobae.com)


Es uno de los tres mejores boxeadores del mundo, pero supo lo que es pedir comida en la puerta de una iglesia. Una historia de carencias que le enseñó a valorar cada uno de los logros obtenidos El actual campeón mediano de la Organización Mundial de Boxeo y del Consejo Mundial, que hoy en día reparte sus días entre Miami, Madrid y Buenos Aires, nació en el hospital de Avellaneda pero se crió entre Quilmes y Claypole, barrios de la provincia de Buenos Aires. De familia de clase baja, de padre trabajador y de madre ama de casa, estudió hasta los 13 años y a partir de allí debió empezar a trabajar. Techista, soldador, de todo un poco para ayudar a la economía familiar.En declaraciones a un programa de su país sostuvo que aunque "a veces faltó comida" y que su primera "cena fue a los 14 años", el chico-hombre que no cree en las casualidades ni en la suerte y que asegura que "todo es producto de la causalidad y de sueño", quiso ser el mejor y con ese objetivo creció.Combatió, aún trabajando junto a su padre, en el mejor lugar del mundo pero perdió, le robaron parte de su premio pero él no bajó los brazos. Siguió trabajando porque si no "moría de hambre" y continuó ayudando a su familia, su sostén, su razón de la vida. En la Argentina del 2002, y con una agenda de contactos en España, viajó hacia Europa junto a su novia vía Roma "porque era mucho más barato y sólo tenía u$s1800 en el bolsillo", señaló. Cinco días después de haber salido desde Buenos Aires, llegó a Madrid por tren y allí se dio cuenta que los habían robado. Por esos "milagros" encontró en un bolsillo de su pantalón el número de una persona que su entrenador de la Argentina le había dado hacía ya algún tiempo.
Lo llamó y desde ese momento comenzó a trabajar con quien es hoy su actual entrenador: Pablo Salvador.Nada le fue fácil pero su cabeza "estaba programada para triunfar". Trabajó dando clases en gimnasios, dio clases particulares y hasta bailó en una discoteca de donde fue portero. "Pero como fui indocumentado, estuve preso, pasé hambre y los domingos pedía comida en la puerta de una iglesia con los mendigos, eso fue duro, sí, no fue bonito". Y aunque asegura que "con todo esto tomaba carrera para triunfar", le llegó la oportunidad de pelear en Manchester, Inglaterra, por algo de plata grande. Hacia allí partió con su bolso lleno de ilusiones. Compró un protector bucal por tres euros que le rompió la boca. "Caí en el segundo round del combate pero me levanté, vi a mi padre en la platea, sentí mucha vergüenza por eso, por lo que me levanté y desde ese momento la pelea cambió y la gané en el último round. Ganar allí fue lo más increíble, ese día estaba solo contra todos".Ahora el gran boxeador asegura que su vida "no es la del campeón. Eso es un momento y es bueno para divertirse un rato" pero destaca que su vida "es en mi casa con mis cosas. Yo no hago locuras con la plata. Me costó mucho, mucho, ganar mis primeros u$s1000 aunque ahora tenga millones y todo lo valoro. Mi vida es haberle comprado una casa a mi vieja y a mis hermanos por todo lo que ellos hicieron por mí, ellos son mis verdaderos campeonatos mundiales"

No hay comentarios:

Publicar un comentario